jueves, 28 de julio de 2011

Otro Mundo Feliz...

  
   Tengo bastante claro que la mejor forma de descubrir una gran novela es a través del boca a boca. Hay autores o editoriales que tienen gran repercusión a nivel mundial y sus lanzamientos se ven acompañados de grandísimas campañas publicitarias hablándonos de la exquisitez de sus obras. Sin embargo, raramente su éxito se puede parangonar al de aquél título desconocido que llegó a tus manos gracias a la alabanza de una amigo y que despertaría posteriormente las mismas sensaciones en ti. Así es como descubrí La Chica Mecánica, de Paolo Bacigalupi. No se engañen, aunque ha ganado multitud de premios (Hugo, Nébula, Locus, etc) se trata de un auténtico diamante oculto, que no verán en los escaparates de los grandes almacenes, pero que sí son la joya más preciada de los aparadores de las pequeñas librerías con encanto.




   Catalogarla dentro de un género, resulta sumamente sencillo y complejo a la vez. Es obvio que estamos ante una obra de ciencia ficción, ambientada en el siglo XXII, pero no es una novela al uso. El autor plantea desde el inicio un futuro apocalíptico desde una perspectiva inusual. Por un lado, nos muestra un futuro aterrador a la par que posible, dónde la humanidad ha sufrido varias plagas alimentarias que casi han acabado con la agricultura, la vida vegetal y sus frutos. Y a esto hay que sumar el calentamiento global, el agotamiento de los combustibles fósiles, la violencia racial y religiosa, el radicalismo político, la investigación genética o la continua lucha por el poder económico. Nada nuevo bajo el Sol, hasta que encuentras un trasfondo escondido a toda esta tela de araña, a todo este caos al que Bacigalupi conduce a la humanidad. Se trata de una reflexión, una moraleja muy al estilo de Aldous Huxley, un mensaje romántico dentro de una barahúnda comercial. Bacigalupi nos muestra casi ochenta años después de la obra de Huxley, otra versión de su mundo feliz.




   Situada la acción Krung Thep (Bangkok), capital de Tailandia que sobrevive a duras penas aislándose del resto del mundo. Entre la espada y la pared cada vez que se acerca el Monzón por la crecida del nivel del mar, la ciudad se dibuja como una selva dónde cada especie lucha por su supervivencia. Conoceremos a los distintos personajes que protagonizan la historia, y que a medida que nos familiaricemos con ellos, lograremos comprender los sucesos del pasado, el cómo y el por qué el planeta ha llegado a esta situación de catástrofe, dónde la muerte, la hambruna y la miseria reinan en todos los rincones del mundo. Los personajes son todos muy distintos entre sí y con objetivos muy bien diferenciados, pero el desarrollo de la historia deja bien claro que en esta novela no hay buenos ni malos, y que depende de que personaje logre captar mejor tu sensibilidad optarás por un bando u otro. Se borra el límite establecido del Bien y del Mal, la ética es una palabra extinguida y lo único importante es salir adelante, vivir un día más.




   El lenguaje que usa el autor es muy complicado de asimilar hasta que llevas leído bastantes capítulos. La jerga tecnológica y las palabras de la lengua oriunda son recurrentes en la historia, lo que la convierte el una novela de difícil lectura que hay que leer despacio, saboreando cada página como los buenos vinos (para quién le guste el vino claro está...). Esto unido al hecho de que la historia empieza sin que el lector tenga conciencia de los hechos que han llevado a esta situación, hace que los primeros capítulos resulten algo tediosos. No obstante, las piezas van encajando, poco a poco eso sí, y casi sin darnos cuenta nos vemos embarcados en un thriller intenso, con tintes socio políticos y económicos al más puro estilo Le Carrè en su Jardinero Fiel. Sólo que en el futuro ideado por Bacigalupi, las industrias farmacológicas han sido sustituidas por las grandes multinacionales de fabricación de semillas, los piratas informáticos por piratas genéticos y los militares especuladores ansiosos de poder por militares especuladores ansiosos de poder.



   En medio de toda esta oda al ecologismo salpidaca por rivalidades políticas, racismo, masacres y espías, está Emiko. Una chica mecánica, un neoser surgido a partir de la manipulación genética que busca su sitio en este mundo. Son creados para servir y obedecer, para algunos un juguete, para otros un engendro sin ánima. Un esclavo fiel o un máquina perfecta de matar en potencia. Emiko es abandonada a su suerte en una tierra dónde los neoseres son escoria y no duran vivos mucho tiempo. Ella está genéticamente diseñada para la sumisión, son hermosos, las enfermedades no les afectan, son muy rápidos en sus movimientos bajo tensión y viven mucho más tiempo. Pero quizás esta hija de laboratorio tenga más de humana que sus congéneres naturales y encuentre su alma en su desesperada huida de Krung Thep, que en su lengua natal significa cuidad de ángeles y que en la novela resulta más bien una ciudad de ángeles y demonios.


Entré sin llamar..


No me culpes:
vi luz en tu alma y entré...
Es cierto,
no toqué timbre.
no golpeé.
Supuse que esperabas mi llegada.
Lo siento.
Si prejuzgué,
fue sin mala intención,
debes creerlo,
Como sea, estoy aquí:
prepárate,
Porque nunca me iré..


lunes, 25 de julio de 2011

El Club de los 27


   El pasado sábado, el cuerpo sin vida de Amy Winehouse fue hallado en su domicilio de Londres. Por el momento se desconocen las causas del fallecimiento, si bien sus problemas de salud debido a su consumo de drogas eran más que conocidos. Todas las teorías, que se esclarecerán este martes tras salir a la luz los resultados de la autopsia, apuntan a una sobredosis de algún tipo de sustancia de la que era habitual consumidora. El hecho de si se le fue la mano o fue de carácter premeditado quizás nunca lo sepamos, pero lo que si es evidente es que desde el sábado Amy entró a formar parte del Club de los 27.

   El Club de los 27 es el nombre como se conocen a celebridades jóvenes del mundo de la música que fallecieron cuando contaban 27 años. Se trata de auténticos mitos de la música, todos ellos con un talento enorme y en la cúspide de sus carreras, pero todos ellos con personalidades excéntricas y muertes prematuras en extrañas circunstancias: abusos del alcohol, de drogas, accidentes de tráficos, suicidios, etc. Actualmente, son cinco los miembros más conocidos de este ignominioso club, aunque su cifra de socios pasa de la treintena.




   Sus afiliados más famosos son Brian Jones (Rolling Stone) ahogado en una piscina, Jimi Hendrix quién ingirió un coctel mortal de alcohol con somníferos y se ahogó en su propio vómito, Janis Joplin por sobredosis de heroína, Jim Morrison líder de The Doors y encontrado muerto en la bañera de su casa en París aparentemente por un fallo cardiaco aunque las circunstancias de su muerte nunca se aclararon al no realizársele autopsia alguna, y Kurt Cobain líder de Nirvana por autolisis.

   Todos ellos estrellas del rock y el pop que pasan del estrellato al cementerio sin apenas tiempo para digerirlo. ¿Iconos del sueño rockero de morir joven en la cima o estrellas estrelladas? Quizás resulte demasiado duro decir que en alguno de los casos, como el de Winehouse, se veía venir, pero lo cierto es que los historiales de abusos y problemas médicos relacionados con el consumo de sustancias alucinógenas hace pensar en un desenlace como este. El tema del porqué estos jóvenes acuden siempre a las drogas y ven como sus carreras se les escapan de las manos genera mucha controversia. Lo que producirá ningún debate es que la industria discográfica aprovechará al máximo esta crónica de una muerte anunciada estirando al máximo hasta la última maqueta que la cantante haya dejado grabada. 

   Una famosa superstición entorno al club, es que sus celebridades habrían hecho un pacto con el diablo, un acuerdo en el que adquirían una deuda de sangre a cambio del talento, fama y una gran influencia entre la sociedad. Esto sin duda no es más que otra leyenda entorno a la vida y muerte de estos genios de la música que nos dejaron quizás demasiado pronto, pero lo que no se puede negar es que sí hicieron un pacto con Lucifer. Lo que ocurre es que hay que definir muy bien quién es ese diablo, cosa que hizo muy bien Jim Morrison en el epitafio de su tumba en París: "Kata ton daimona eaytoy".. "Cada quien su propio demonio".






sábado, 9 de julio de 2011

Quería decir cuatro cajas...

  


   Inauguro hoy una nueva sección de posts sobre las mejores escenas del cine, a mi modesto entender claro está. Sé que se trata de un tema muy subjetivo y que para gustos colores, pero aún así he decidido hacerlo y podéis rebatirme si así lo creéis en los comentarios (prometo publicar y contestar). Debido a la infinidad de películas, he decidido hacer varios posts que actualizaré cuando vaya teniendo tiempo. Para definir mejor la idea, dividiré los posts por géneros, y he decidido empezar por uno que sé que hará las delicias de alguno de mis lectores habituales: El Western.

   Hablar de western es hablar de un género tremendamente prolífico, a la vez exitoso y popular. El talento de directores como John Ford, Sergio Leone o Howard Hawks se mezcló a la perfección con actores míticos como John Wayne o Clint Eastwood. Sin embargo, se trata de un género también muy criticado por los supuestos expertos que argumentan que son simplemente estereotipos de violencia gratuita, sin alma y con historias vanas de vaqueros duros de gatillo fácil. Estas críticas, se refieren sobretodo a al subgénero catalogado como spaguetti western, término acuñado para las películas europeas (principalmente italoespañolas) que fueron tan divulgadas en los años sesenta. Por eso, este primer capítulo de escenas míticas del cine va dedicado a esta categoría y en especial a uno de los grandes maestros del cine, ya desaparecido, y que quizás no obtuvo en vida el merecido reconocimiento que se ganó: Sergio Leone y su Trilogía del dólar. Con todos ustedes, un pedacito de historia viva del cine.

   El primer eslabón de la Trilogía del dólar lo forma Por un puñado de dólares. En ella, Leone se rodeó de un joven Eastwood y de su amigo Ennio Morricone para la música. El trío repetiría después en todas las partes que componen la trilogía y Ennio seguirá participando también en futuras películas de Leone. En esta cinta, conoceremos a Rubio o al "hombre sin nombre" que hace su primera aparición. El protagonista, encaja con el estándar de antihéroe de la época: sin pasado conocido, misma ropa (el clásico poncho), mismo semblante de tipo rudo y serio, mismo cigarro, mismo sombrero, mismo objetivo (ganar dinero), rapidísimo al desenfundar y capaz de dispararte por la espalda si tiene ocasión. En este escena que vemos, una de las primeras del film y que da nombre al post, observamos todas estas características que acompañarán a Eastwood eternamente para el resto de su carrera cinematográfica:



   El cine de Leone se caracterizaba por diálogos cortos y escenas particularmente largas, dónde la música cobra un papel importantísimo para el desarrollo de la misma. Esa comunión perfecta, entre la maestría del director con la legendaria banda sonora creada por su compañero de escuela Morricone, dieron pie a una nueva forma de concebir este tipo de películas y sin duda forman parte de las obras maestras del cine de manera indiscutible. Esta escena, pertenece a la catalogada mejor western europeo de todos los tiempos, El bueno, el feo y el malo, tercera parte de la citada Trilogía del dólar. Esta considerada como una de las mejores secuencias del mundo del cine, dónde no hay diálogos, sólo la búsqueda ansiosa de un Eli Wallach majestuoso y una sintonía llamada El éxtasis del oro a la postre una de las más reconocidas de la discografía de Morricone.



   Otro de los rasgos característicos del cine del oeste de Leone es un humor propio y muy característico. Son simples frases en momentos de tensión, que sin duda han originado los futuros chistes fáciles con los que los tipos duros de Hollywood nos suelen deleitar en la actualidad. Esta es la última escena de la segunda parte de la trilogía, titulada La muerte tenía un precio, pero que en su versión original se titulaba Por unos pocos dólares más.



   Llegado a este punto, haré un pequeño paréntesis para ofreceros una escena, que aunque no pertenezca en sí al cine de Leone si que pertenece al género del spaguetti western. La he elegido no por su excelencia, sino más bien porque es una secuencia que cuando uno la ve de pequeño permanece en la retina durante mucho tiempo, y por tanto se puede catalogar como una gran escena ya que consigue echar raíces en tu memoria. Se trata sin duda de la mejor secuencia de la película Le seguían llamando Trinidad, y la sonrisa que aparecerá en tu rostro al verla es ineludible:



   Continuamos el paréntesis con otra película de Leone, Hasta que llegó su hora. En esta ocasión se trata de un western crepuscular protagonizado por Charles Bronson. Cuenta una leyenda que Eastwood se negó a hacer el protagonista y que después Leone le ofreció un papel donde moría en la primera escena (que es la que veremos a continuación). No obstante, la anécdota resulta poco creíble pues el personaje de Bronson no se asemeja en demasía con el adoptado por Eastwood en su cintas anteriores. En esta ocasión, el hombre de la armónica, tiene un pasado y un objetivo distinto al de enriquecerse, que podremos descubrir en el duelo final de la película con un malo malísimo Henry Fonda. En la primera secuencia, vemos a un vaquero (Bronson) que se baja del tren donde lo espera una comitiva con cara de pocos amigos. Destaca la frase "yo diría que sobran dos..." refiriéndose a los caballos.





   Continuamos con la pausa obligatoria, para hacer referencia a uno de los mejores western de todos los tiempos, ganador de cuatro Óscars incluido el de mejor película y el de mejor director. Dirigido y protagonizado por Clint Eastwood, Sin perdón rinde un sentido homenaje al género del oeste, con una obra crepuscular dónde Eastwood se despide por todos los honores del que sin duda fue el papel de su vida. La escena, momento cúlmen de la película, es cine en estado puro:


   Y por fin, ponemos la guinda a este extenso post con la que para mí es la mejor (o unas de las mejores) escena del cine de todos los tiempos. Se trata del duelo final de El bueno, el feo y el malo, escena memorable dónde Rubio, Sentencia y Tuco  se citan en un duelo a muerte en el empedrado circular del cementerio, bajo un sol abrasador. Los geniales cambios de angulación de cámara, la excepcional coreografía para posicionarse en el duelo, la estupenda interpretación de los actores y la excelsa sintonía de Morricone llamada El trío que lleva la escena de la mano hacia su clímax final, componen una mezcla sin parangón en la historia del cine hasta ese momento. Otro de mis directores preferidos, Quentin Tarantino (y que tendrá su particular homenaje en esta sección) dijo que El bueno, el feo y el malo es la película mejor dirigida de todos los tiempos.. y ¿quién soy yo para llevarle la contraria al bueno de Quentin?




miércoles, 6 de julio de 2011

El Alcalde del crimen


   Resulta curioso que un autor oriundo de Jaén y residente en Madrid, haya escrito la mejor novela histórica sobre Sevilla, El Alcalde del crimen. Y no le ha debido resultar fácil, pues la época elegida, finales del siglo XVIII no es un período muy tratado por la literatura actual. Sin embargo, Francisco Balbuena ha sabido trazar una trama interesante para el lector, propia de novela negra e intriga, en un lienzo histórico convulso y que enriquece la historia hasta el punto de que es ésta parte histórica la que le da el auténtico sabor a éxito.



   Año 1776, nos encontramos en Sevilla, la segunda ciudad más poblada del reino. Sin embargo, la ciudad hispalense ha perdido todo el esplendor que luciera en los siglos XVI y XVII gracias al tráfico marítimo con Las Indias en favor de una emergente Cádiz. La liberal capital gaditana acuna las nuevas ideas que van surgiendo en Europa, mientras que Sevilla sigue sometida al yugo del Santo Oficio, sumida en un período de oscurantismo, superstición y regresión. En estas, que empiezan a sucederse una serie de asesinatos con un patrón similar: todos son miembros del clero, con un pasado escabroso y que cuyos cadáveres aparecen decapitados en edificios significativos de la ciudad. Pablo de Olavide, gerente de la corona en la ciudad encarga la resolución del caso a un joven Gaspar de Jovellanos, que ejercía de policía y fiscal de la ciudad, un título que por entonces se denominaba Alcalde del crimen.



   Lo más destacable de la obra de Balbuena como ya he dejado entrever, es la magnífica recreación que hace de la época. Prácticamente describe al detalle los edificios emblemáticos de la ciudad, su entramados de calles y sus más recónditos recovecos. Se nos representa a una población con vida propia, movida por unas ideas atrasadas, basadas en el miedo y en sus creencias ancestrales. Otro acierto, son los personajes que protagonizan la novela. Básicamente son Jovellanos y un joven inglés llamado Twiss, que compartirán la aventura pero desde perspectivas diferentes y con objetivos distintos. Mientras que Jovellanos representa la ilustración, es estudioso y legal, Twiss es un aventurero curtido en mil desafíos y hombre de acción (un poco a lo Sherlock y Watson). El primero se basa en su reflexión para tratar de esclarecer los crímenes, mientras que el segundo es más empírico (propio de los ingleses) y prefiere usar la práctica y las pruebas que pueden ir encontrándose. Ambos forman una mezcla útil y que funciona a pesar de sus diferencias y de ser en ocasiones polos opuestos, engendrando una amistad con lazos irrompibles. También habrá sitio en la novela para el amor, de hecho cada protagonista tendrá un romance siendo estos al igual que sus personalidades, muy distintos entre sí, pero extraordinariamente semejantes por la imposibilidad de materializarlos. Los demás personajes secundarios que conforman el elenco enriquecen de forma magistral la historia, pues encontramos desde los aristócratas remilgados, a huérfanos picarescos, médicos extravagantes y visionarios, secuaces sombríos e inquisidores pragmáticos e implacables.



   La novela es muy larga (más de 600 páginas) y por ello el ritmo tiene claros altibajos de tensión que pueden hacer que el lector pierda el interés durante algún capítulo. La alocada persecución del asesino se torna a veces poco convincente, pues la sublime inteligencia del interfector (así llaman al asesino en la novela) roza lo paranormal. Prácticamente todos sus planes se ejecutan a la perfección y se puede decir que prevé con mucha anterioridad cualquier imprevisto y la reacción de sus perseguidores. No obstante, es algo bastante común en este tipo de literatura presentar a una mente criminal tan sublime que atraparla representa todo un desafío. Otro dato que cuenta a favor, es que la trama resulta demasiado enrevesada y compleja, con una enorme cantidad de sospechosos e implicados, una lista casi interminable de víctimas que daría para rellenar un obituario y un engorroso marco histórico alrededor de la investigación dónde se está luchando a muerte entre el Santo Oficio y el Siglo de las Luces.


viernes, 1 de julio de 2011

Furia riojana contra magia arcana

  
   Ya he podido hacerme con la última aventura de mi superhéroe favoritos: Pafman. Es indignante el trato que Ediciones B está dando a este serie, con el enésimo cambio de formato, tamaño y estilo del álbum. Este "Pafman en la Tierra Mediocre", que en realidad sería el volumen número 9 de las aventuras del cabestro riojano desde su redevuelta, se nos presenta ahora en reducido tamaño cuartilla, en blanco y negro y bajo la etiqueta de Crónicas de Pafman nº 1. Esperemos que al menos esa nueva denominación y numeración asegure al menos la continuidad del mejor cómic de estilo brugueriano que podemos disfrutar hoy en día en el país.



   En cuanto a la historia, Pafman se ve teletransportado a un mundo paralelo de fantasía épica por compotronizar el retrotractor catalítico cuando lo que tenía que hacer era retrotraer el catalizador compotrónico. Allí, entre infinitud de gags de humor absurdo típico de Cera, vivirá trepidantes aventuras para conseguir liberar aquella tierra del mal que la asola y al mismo tiempo poder regresar a casa. No faltarán los guiños en plan humorístico de la saga del Señor de los Anillos, de los cada vez más familiares juegos de rol y otras soserías. Encontraremos Orcos a puñados, Elfos poco espabilaos, ladrones, truhanes, magos que necesitan de una puntuación alta de sus dados para hacer hechizos, oráculos, dragones, batallas memorables con la clásica harenga, etc. Además no faltarán a la cita los personajes clásicos que acompañan a nuestro héroe como Pafcat, Tina, el profesor Fuyú, El Enmascarado Negro o el mismísimo y polifacético Mafrune que lo mismo es rey, que soldado o capitán de brigada.


   En cuanto al nuevo lavado de cara, con dibujos a tinta y en blanco y negro, la verdad es que la calidad del cómic hace que pase desapercibido tras la segunda página. Los diseños de los paisajes son de los mejores que Cera ha hecho nunca y aunque el guión no esté tan logrado como en otros títulos anteriores (es muy difícil llegar al nivel de Pafman 1944) se trata de una obra totalmente recomendable para los amantes del tebeo clásico español. Las risas están garantizadas, así que desde este humilde blog de un fan aférrimo gritamos aquello de ¡Larga vida a Pafman!... aunque vayamos a morir vivos.