miércoles, 28 de septiembre de 2011

Yo nunca bebo..... vino


   La sangre es vida. Esta es una doctrina que se encuentra en la mayoría de las culturas. Las historias de vampiros están muy de moda actualmente, sobretodo entre la población joven. Sin embargo, el encanto del personaje en sí y el carisma de El Conde Drácula beben de su fuente original que no es otra que la novela de Stoker. Difícilmente son parangonables las visiones de ese no muerto romántico, astuto y cruel que nos presentó el célebre escritor irlandés con la imagen de sex symbol y metrosexual que hoy en día se atribuyen los de su especie. Por ello es bueno a veces regresar al inicio, allí dónde todo nació para recordar el porqué del mito. Esto es lo que han hecho Eduardo Bazo y Jorge de Juan con su obra de teatro Drácula y que han representado estos días en el Lope de Vega de Sevilla, con un gran actor como Emilio Gutiérrez Caba y el conocidísimo Ramón Langa como primeras espadas.


   Llevar al teatro a un personaje tan mundialmente conocido, un icono de la cultura gótica y que ha sido representado en el cine en miles de ocasiones, se antoja cuanto menos arriesgado. Desde los vampiros oscuros de Hammer, el románticismo empedernido de Coppola o la sugerente Déjame entrar sueca, la figura del no muerto ha tenido una relevancia notable en la sociedad, si bien es extraño encontrar una representación teatral del mismo, del Drácula más clásico, encima de un escenario. No obstante, cabe mencionar que la primera lectura original de la novela de Stoker se hizo por un grupo de actores teatrales y que la obra que hoy comento es una adaptación que hizo Hamilton Dean allá por los años 20, y que entre otras figuras han interpretado el mítico Bela Lugosy o Frank Langela. Lo mismo podríamos decir de su némesis, el profesor Van Helsing, quién ha visto en su piel a leyendas como Peter Cushing o esperpentos holliwoodienses como Hugh Jackman, pasando por un merecido homenaje en la figura de su tocayo Setrakián (Trilogía de la Oscuridad de Benicio Del Toro).

   Es un placer para los amantes del género y del Drácula original ver la obra en directo. El magnífico papel desempeñado por el elenco de intérpretes hace que disfrutes de la trama a pesar de ser conocidísima y bastante redundante. Sin embargo, uno nunca se cansa de ver el espíritu joven y luchador encerrado en ese cuerpo anciano del profesor Van Helsing, la irónica cordura de Renfield en sus delirios, los arrebatos de valor del joven Harker tan loables como estúpidos o el magnetismo del demonio con exquisitos modales.  El mayor acierto bajo mi punto de vista, es recobrar esa figura clásica del conde, con su porte aristocrático y su avidez de sangre y de encontrar una compañera en la solitaria eternidad. Se toman algunas licencias con respecto al texto original, pero son necesarias y pasan innadvertidas en su mayoría. Se potencia la trama con diálogos largos, claros y cargados de tensión, como en este tramo que os dejo a continuación (grabado con el Iphone) y que pertenece a la mejor parte de la obra: cuando Drácula se quita la máscara (literalmente hablando) ante el viejo profesor:



   Pero no todo es oro todo lo que reluce. Los efectos especiales, si bien son cuanto menos apreciables al tratarse de teatro y no cine, dejan un sabor agridulce pues en ocasiones despiertan en el espectador una carcajada en lugar de un grito. Esto en una obra englobada en el género de terror no es bueno, y quizás sea su punto débil. Puede que sean estos efectos un tanto cutres en ocasiones, puede que sea que la historia resulta ya muy mascada, puede que sea su final un tanto descafeinado o puede que sea tal vez que la sociedad actual es menos sensible a los estímulos que antes te hacían agarrarte fuerte a tu butaca. Sea como fuere lo cierto es que la obra no da miedo. No transmite ese sentimiento sobrecogedor que seguramente si transmitía cuando fue escrita. Los tiempos están cambiando, y la figura de El Conde Drácula no atemoriza a las masas como antaño, al menos fuera de Rumanía. Eso sí, en esta versión el conde infunde al menos respeto, mucho respeto, pues no deja de ser intimidante estar ante un Conde Drácula que habla como Bruce Willis.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Siempre nos quedará París

  
   París es la ciudad más visitada del mundo. Cada año, millones de turistas recorren sus calles y bulevares con caras de admiración e incredulidad. Su nombre viene del pueblo galo parisios, y aunque no se conoce exactamente su etimología, parece ser que París significaría algo así como Casa o Templo de Isis (diosa egipcia a los que los parisios rendían pleitesía). Históricamente estamos ante el escenario principal de grandes acontecimientos, y actualmente es una urbe de más de once millones de personas dónde la multiculturalidad alcance límites inexplorados hasta la fecha. Bañada por las tranquilas aguas del Sena y bajo la sombra de la espectacular Torre Eiffel, París espera al viajero con los brazos abiertos para mostrarle todos sus secretos y brindarle una experiencia única.



   Disfrutar de una ciudad que tiene tanto que ofrecer dependerá en gran parte del tiempo que se disponga. Es obvio, que si sólo tenemos un fin de semana debemos de apurar nuestras visitas a los puntos clave de la ciudad, pero si contamos con algo más de margen podremos incluso descubrir algún que otro rincón no demasiado conocido por el gran público. Otro dato a tener en cuenta es que estamos hablando de la capital de Francia y por tanto de uno de los motores de la economía mundial. París es muy cara (carísima) y nuestro bolsillo se verá claramente mermado, pero es un precio que merece la pena pagar. En cuanto al idioma, está claro que si sabes o tienes nociones básicas de francés tienes mucho ganado, pero si no es así con un nivel medio de inglés es suficiente (hay castellanoparlantes, pero escasean).



   Se pueden optar por varios tours en la ciudad dependiendo de lo que más nos llame la atención. Podemos visitar los monumentos más conocidos y emblemáticos, los museos más ilustres y que albergan las más afamadas obras del arte mundial, las bohemias orillas del Sena con ese espíritu romántico, inconformista y libre. Existe un París clásico y otro moderno, al igual que también existe un París de noche y otro de día. También hay varias alternativas para conocer la ciudad desde las alturas y disfrutar de las mejores vistas, todas ellas son igualmente recomendables y no me decanto por ninguna en especial. Aunque hayas viajado a París ya en alguna ocasión, siempre te ofrece algo nuevo y te vuelve a enamorar. Si te conoces las ciudad al dedillo, siempre puedes optar por los alrededores que van desde la fastuosa Disneyland hasta los jardines y palacios de Versalles.

   Lógicamente los 10 lugares o monumentos que a mi parecer no deben faltar en tu itinerario son: La Torre Eiffel (hay que subir, estar en París y no hacerlo es como entrar en un Mc Donall y pedirte una ensalada), Notre Dame (para mí el sitio dónde puedes conseguir las fotos más increíbles como la que ilustra el inicio del post), Museo del Louvre (quizás demasiado masificado pero no dejes pasar la ocasión de caminar por sus pasillos y contemplar la Gioconda o la Venus de Milo), Museo de Orsay (menos conocido pero incluso más recomendable que el Louvre, pues contiene los cuadros impresionistas más famosos de Van Gogh, Degas, Monet, Milet, Manet, Renoir, Cézanne, etc y además es una visita mucho más tranquila y relajada), el Sena y sus islas (puedes optar por navegar con un vaporcito o simplemente el placer gratuito de pasear por sus orillas junto a los cientos de típicas librerías antiguas o bouquinistes), los Campos Elíseos (sin duda la calle más famosa de París con sus grandes comercios y el Arco del Triunfo de fondo), el Mouline Rouge (recomiendo visitarlo de noche aunque no consigamos entrar, pues de día pierde parte de esa magia que su aura desprende), Sacré-Coeur (una iglesia hermosa sobre una hermosa plaza situada en la cima de una colina), Los Inválidos (que abarca desde el museo de la armada hasta la tumba de Napoleón) y sus plazas, puentes y jardines (La Bastilla, La Concorde, Puente Alexandre III, Trocadero, Madeleine, etc).



   Siempre se ha dicho que los niños vienen de París porque es un buen sitio desde el que venir, ya que según Hemingway "Si tienes las suerte de haber vivido de joven en París, entonces durante el resto de tu vida ella estará contigo, porque París es una fiesta". Allí fueron niños Édith Piaf o la traviesa AmélieEnrique VI consideró que "París bien valía una misa" y luego llegaría la Revolución con su consabido lema de Libertad, Igualdad y Fraternidad y su Marsellesa que se convertiría en el himno de los oprimidos. Napoleón la llevó a la cima y Napoleón III hizo el resto. Sobrevivieron a la ocupación nazi a pesar de que Hitler preguntaba con insistencia "¿Arde París?". Llegaría el Mayo del 68 con las protestas estudiantiles, la Sorbona y Jean Paul Sartre... Menos mal que la ciudad no sucumbió a la locura de Hitler y como le decía Bogart a Bergman al final de Casablanca..."Siempre nos quedará París".

lunes, 19 de septiembre de 2011

Entre lo divino y lo humano

  
   Ayer, la magia de Corteo del Cirque du Soleil inundó nuevamente Sevilla. El grandísimo espectáculo de la compañía canadiense es un desfile carnavalesco, una algarabía surrealista en la que el payaso Mauro imagina cómo será su funeral, repasando todos los personajes maravillosos y vivencias increíbles que ha experimentado. La mezcla de espontaneidad, comedia, acrobacias, diversión, belleza visual, música, danza y poesía en imágenes llevará de nuevo al espectador hasta un lugar imaginario, una ceremonia onírica que está entre lo terrenal y lo celestial, entre lo real y lo fantástico.



   Fue mi segunda vez tras Saltimbanco, y una vez más el show mereció cada euro que costó la entrada. Mientras que Saltimbanco es el pionero de sus espectáculos, dónde se funden los colores y la luz con las acrobacias más inverosímiles, Corteo te sumerge en una atmósfera gótica y oscura, con unos personajes de tinte románticos y melancólicos. Los números cirquenses propiamente dicho, carecen quizás de la majestuosidad de otras veces, pero si a estos le sumamos una escenografía insuperable, un vestuario y maquillaje soberbios, una banda sonora inmejorable y la pasión y entrega de cada uno de los actores y acróbatas obtenemos un resultado que contradice a las Matemáticas y le da la razón al Holismo o AristótelesEl todo es mayor que la suma de sus partes.


   Corteo es un viaje que abarca desde lo más grande a lo más pequeño, y te transporta a una hermosa fábula que nos cuenta lo trágico y lo cómico de la vida. Acompañaremos a Mauro en busca de su humanidad, de aquello que nos haga comprender que esta vida merece ser vivida. Un poema en movimiento, que se sirve desde los más simple (una escalera) hasta lo más complejo (sofisticadas plataformas mecanizadas). Un recorrido en la que el espectador es uno más, interactuando como es norma habitual en este circo dentro del show. Dicen que justo antes de morir ves pasar tu vida en un momento y esto es lo que representa Corteo. Mientras le entregan sus alas para unirse a los ángeles que vigilan el cielo, contempla con nostalgia y júbilo como Loquillo tenía razón cuando tituló una de sus canciones que La vida es una fiesta.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

sábado, 10 de septiembre de 2011

Entre los hombres siempre serás un extraño

  
   Ya sea en el cine, en la literatura, en los cómics o en los videojuegos, la figura del antihéroe siempre va ligada al éxito. Hoy en día la figura del héroe de gran corazón y motivaciones loables está en franca decadencia. Se lleva más el arqueotipo de héroe oscuro cuyas hazañas no son del todo altruistas. Ejemplos tenemos a miles, desde Don Quijote o El Lazarillo de Tormes en los libros, a Jack Sparrow, John McClane o al mismo Vegeta en la pantalla. Punto y aparte merecen la figura de los vampiros, representantes antaño del terror más ancestral han sufrido una transformación Kafkiana y han pasado a ser los antihéroes por excelencia. Ellos tardaron siglos pues cuentan con el don de la inmortalidad, los zombis han tardado mucho menos. Hoy os traigo otra novela del fenómeno zombi que tanto ha aflorado en la sociedad española desde hace un tiempo, pero no se trata de una novela al uso, ni siquiera puede catalogarse de una obra de terror. Hablamos de Diario de un zombi, de Sergi Llauger.


   Cuando uno es un autor novel debe de apostar sobre seguro para que su primer libro cale y suponga el empujón o impulso para la llegada de muchos otros. En este caso, Sergi usa un método no tan original, pero que siempre resulta efectivo: la visión del monstruo. El punto de vista del villano representa una óptica que siempre depara esa disyuntiva moral de marcar los límites de la difusa línea entre el bien y el mal. Es fácil hacerlo cuando se trata de un vampiro o un gángster renegado con sentimientos, el problema radica en hacerlo con un zombi, una criatura que carece de alma y consciencia, sólo controlada por su instinto.

   Erico Lombardo es un joven que como la gran mayoría de la población mundial ha sucumbido a la pandemia zombi. Sin embargo, Erico es único en su idiosincracia pues por motivos que no desvelaré ha conservado la capacidad de pensar, razonar, recordar y soñar. Como el propio personaje reconoce a lo largo de la novela, tiene lo peor de los dos bandos: por un lado está muerto fisiológicamente hablando y por el otro conserva la psique intacta. Esta curiosa circunstancia hace que Erico sea un ser neutral, un zombi pero con espíritu humano, un ser humano pero inerte o, como diría Nietzche, un extraño entre sus semejantes. En tiempos del Apocalipsis, Erico intenta llevarlo de la mejor manera posible. Se agencia un buen apartamento, va al cine o de compras a las más lujosas boutiques y se alimenta de insectos o animales. Sin embargo, en medio de toda esta vorágine de destrucción y muerte, conocerá a una niña que lo cambiará todo, tanto a él como al futuro negro que se presagia para la humanidad. Juntos emprenderán un viaje de supervivencia y de crecimiento personal, sobretodo para Erico, que descubrirá que aunque carece de glándulas para procesos fisiológicos su capacidad para sentir, su humanidad que creía perdida el día que se transformó volverá a refluir en él. Una evolución que es el epicentro de la novela y que postula una capacidad para desarrollar sentimientos no basada en lo visceral o procesos biológicos, sino puramente espiritual, como un principio innato y universal que existe en cada unos de nosotros.





   Técnicamente se nota que la bisoñez del autor. Los primeros capítulos no son lo mejor de la novela por así decirlo, aunque después se puede justificar con la idea de que es el propio Erico, sin formación alguna, el que escribe el texto en teoría. No obstante, no puedo obviar que el humor también es una constante en la obra (quizás de más a menos) y esto convierte el texto en apto para toda clase de públicos. Descubrimos también algún guiñó a los clásicos del género y algún que otro tópico, como presentar a algunos supervivientes como los verdaderos villanos de la novela. Ese cliché de que las personas pueden desarrollar toda su maldad en situaciones límite vuelve a ser patente, tocando disimuladamente otros aspectos más ásperos como pueden ser el racismo, o los prejuicios. A todo esto debemos de sumarle un final con una parte abierta como todo relato con un antihéroe debe tener.

   Es interesante la variable que introduce Sergi de desvelar poco a poco el pasado de Erico, esa vida que vivió antes de convertirse en un caminante. Nos sirve no sólo para encontrar un origen a la evolución de Erico, sino que también nos hace reflexionar sobre temas tan recurrentes como el Destino, Dios o el Karma. Descubriremos que Erico padece lo que yo denomino "El Síndrome de Peter Parker" que viene a ser que le cada vez que parece que las cosas le empiezan a ir bien le ocurre alguna desgracia. Sin embargo puede que a pesar de todo, el bueno de Erico sea un elegido, un protegido. Reune todas las cualidades para ser el guardaespaldas perfecto de la única criatura que puede rescatar al mundo de su incipiente final. No tiene que dormir, no siente dolor, puede detectar a tanto a los humanos como a los zombis por lo que puede evitarlos y sobretodo no puede morir pues ya está muerto. La pregunta no obstante que se planteará Erico a lo largo de sus peripecias y el mismo lector al avanzar las páginas es ¿Merecen los hombres una segunda oportunidad?


martes, 6 de septiembre de 2011

A fin de cuentas, todo es un chiste




   Estando de guardia en el trabajo el pasado lunes, comprobé como la cadena La Sexta 3 emitía por la mañana una de, para mí, las mejores películas del cine: El gran dictador, de Charles Chaplin. En realidad, encontrar ese chispazo de frescura en la programación que hoy en día ofrece la polémica y defectuosa TDT me hizo evocar recuerdos no tan lejanos cuando una sobremesa de sábado podías disfrutar en La 1 de películas como El Chico de Chaplin o Un día en las carreras de los Hermanos Marx. Otros tiempos sin duda, donde aún había sentido común en las televisiones, donde los cotilleos y la telebasura aún no se habían adueñado de las parrillas televisivas, donde cadenas como Divinity o Telecinco sólo existían en la mente de algún empresario con ánimo de lucro  y visión futura, pero sin principios. Ésa reflexión me animó a escribir este post, que forma parte de la sección Escena Míticas del Cine y que va dedicada al más grande cómico de todos los tiempos y al actor/director más carismático del mundo del cine mudo: Chaplin.

   Sir Charles Spencer Chaplin, nació en Londres y murió en Suiza en la navidad de 1977 a los 88 años de edad. Fue un actor/director de cine que durante su prospera vida filmó alrededor de 90 películas (las más destacadas pueden ser El gran dictador, Candilejas, Tiempos Modernos o Luces de Ciudad) que compaginó con su otras facetas como la de escritor o compositor. Su popularidad llegó al clímax con la interpretación de un personaje conocido como Charlot, cuya imagen hoy en día es todo un icono del cine mudo. Fue nominado para el Premio Nobel de la Paz en 1948, obtuvo el Óscar honorífico en 1972 y el título de Sir en 1975. Se casó cuatro veces y tuvo tres hijos: Geraldine, Josephine y Sydeny.



   Su personaje de Charlot apareció por primera vez en la película Carreras Sofocantes de 1914, y después repetiría en varias cintas más, siendo las más destacadas El Chico o Vida de Perros. En El gran dictador, su papel aunque es el de un barbero judío, recuerda bastante al de Charlot tanto físicamente como en las formas. Charlot es un vagabundo de buen corazón. Su clásica indumentaria destaca por su bombín, su bastón, su chaqueta estilo frac y su peculiar manera de caminar con los pies muy abiertos. A pesar de su estatus social, Charlot se esfuerza por comportarse con una educación y unos modales digno de cualquier caballero británico. Prácticamente acepta cualquier trabajo, y se ve envuelto en multitud de travesuras, aventuras y escapatorias de la policía dónde debe emplear su increíble ingenio para salir airoso. Esta primera escena, pertenece a la película El Chico y es para muchos una de las más emotivas que jamás se hallan rodado.



   La siguiente escena no pertenece a ninguna interpretada por Charlot. Es el final de Candilejas, dónde dos auténticos genios como son Chaplin y Buster Keaton se juntan para demostrar su extraordinario talento y su asombrosa capacidad para transmitir sentimientos a través de las situaciones más absurdas y el humor más creativo.



   La siguiente escena, es sólo un fragmento perteneciente a la película Tiempos Modernos. En ella, vemos a un inocente Charlot patinando con los ojos vendados ajeno al peligro que lo rodea. La escena en sí transmite esa ternura sensible que cualquier película protagonizada por el vagabundo despierta en todos nosotros. Que estas películas sean etiquetadas como clásicos y olvidadas es un auténtico crimen. Cada niño debería de tener la oportunidad de crecer con estas películas que transmiten con sencillez una calidad humana difícil de encontrar en las producciones de hoy en día y que me abstendré de dar nombres para no darle publicidad.



   Por último, os dejo unas escenas pertenecientes a la susodicha El gran dictador (primera película hablada que hizo Chaplin). Esta película escrita, producida e interpretada por Chaplin, se estrenó en 1940 aunque por ejemplo en España fue censurada hasta la muerte de Franco. Se trata de una crítica sarcástica al fascismo en general y a Hitler y su nacionalsocialismo en particular. La película es maravillosa y anticipa muchas de las barbaridades que se conocerían tras la Segunda Guerra Mundial, aunque el mismo Chaplin dijo después que jamás habría rodado la película tras conocerse el horror judío en los campos de exterminio. En ella, Chaplin interpreta a la vez al dictador de Tomania y a un barbero judío, cuyo parecido físico es notable. El dictador, Adenoid Hynkel es prácticamente un clon de Hitler, un hombre inseguro, infantil, egoísta y totalmente incapaz de gobernar un país. Esta primera escena que veremos es la más famosa de la película, dónde el dictador juega con un globo terráqueo que acaba explotando física y metafóricamente en sus manos.



   En la película no sólo se parodia a Hitler, sino en la crítica también tiene cabida los personajes más relevantes que rodearon al Führer. Así encontramos a Benzino Napoloni (Musolini), Herring (Hermann Göring) ó Garbitsch (Goebbels). El rodaje de la película comenzó sólo ocho días después del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, y propició el exilio de Estado Unidos (por entonces neutral en el conflicto) de Chaplin, acusado de actividades antiestadounidenses y comunistas. Como curiosidad diremos que Hitler (que era cuatro días menor que Chaplin) pidió ver la película aunque desconocemos su parecer al respecto tras visionarla. En esta penúltima escena vemos a Chaplin interpretando al dictador en un discurso a su nación. El idioma, aunque se parece al alemán es totalmente inventado por Chaplin, lo que no le resta credibilidad y dota a la escena de realismo imitando la capacidad de Hitler para hablar y convencer a las masas:



   Por último os dejo el discurso final y última escena de la película dónde el barbero judío es confundido con el dictador por sus propios hombres y obligado a dar un discurso, sólo que este no resulta ser como todos esperarían. El discurso del barbero simboliza lo que es en sí la película. Más allá de la crítica y la caricatura que se hace del fascismo, la cinta de Chaplin es un canto a la esperanza, a la democracia, a la unión de los pueblos, a la paz y a la libertad. Titulo este post con una famosa cita de Chaplin, pero es justo reconocer una actualización de la misma que dijo tras conocerse la barbarie del Holocausto: "La vida ha dejado de ser un chiste para mí; no le veo la gracia.."