domingo, 30 de diciembre de 2012

Murciélago grande, ande o no ande..


   Los superhéroes están de moda. Es algo obvio cuando ya no sólo copan la mayoría de los cómics, sino que últimamente también las salas de cine de todo el mundo. El gran tirón que tienen entre el público juvenil (y el no tan juvenil), les ha otorgado un nuevo superpoder, el de ser la gallina de los huevos de oro. Prácticamente no hay mercado que no acaparen: libros, juguetes, DVD, etc. Sin embargo existe uno, que aunque lo hayan conquistado en cantidad, no es así en calidad. Me refiero a los videojuegos naturalmente, donde la presencia de los superhéroes es masiva, pero insustancial, al menos hasta que llegó Batman Arkham Asylum, que marcó un antes y un después en este aspecto gracias a su tremenda calidad. Los chicos de Rocksteady Studios pusieron una pica en Flandes, y ahora regresan al lugar del crimen con la misma fórmula que les llevó al éxito, sólo que en esta ocasión de forma más extensa.
 
 
   Batman Arkham City es igual que Batman Arkham Asylum sólo que más grande. Más escenario (donde pasamos de vivir una aventura en un psiquiátrico a una en toda una ciudad), más gadgets (además de conservar los que ya usamos en su predesesora), más personajes (tanto en enemigos como en personajes jugables pues podemos jugar como Catwoman), más movimientos, más horas de juego (se ha aumentado bastante el modo campaña), en definitiva más y más y más.

   En cuanto a los factores que lo llevaron a ser elegido juego del año, sigue conservándolos intactos. Presume de una inigualable jugabilidad que combina sigilo, puzzles, acción y habilidad, con unos gráficos y un motor gráfico de lo mejorcito que se puede encontrar hoy con la generación actual de consolas. El apartado sonoro (con un doblaje óptimo al castellano) sigue cumpliendo sin grandes alardes y en cuanto al guión y la trama, no es que estén demasiado pulidos pero se acopla bastante bien a lo que acostumbramos a ver en el universo del caballero oscuro.
 
 
   En resumen un juego que os encantará si disfrutasteis como yo de su precuela. Gana alguna décima de nota más (8,7) por el hecho de haber ampliado las miras y los horizontes, sin que esto afecte a la diversión lo más mínimo. Y es que en esta vida, el tamaño si que es importante en muchas cuestiones.. Murciélago grande, ande o no ande.

sábado, 29 de diciembre de 2012

Se acerca el invierno..

 
   Con El invierno del mundo, Kent Follet continúa repasando la historia del siglo XX en su trilogía The Century. Tras los acontecimientos ocurridos en la primera entrega (La caída de los gigantes) eran muchas las personas, incluida yo, que esperábamos con cierta ansiedad la salida de esta continuación, sabiendo de antemano que la época que cubriría fue crucial para la historia del ser humano y que la pluma del galés la recrea como nadie.
 

   La novela se desarrollara en los 16 años que van desde el imparable ascenso del nazismo en Alemania y Europa (1933), hasta el comienzo de la Guerra Fria (1949). En medio como ya imaginarán hallaremos referencias a acontecimientos que cambiaron el curso de la historia como el ataque a Pearl Harbor, El día D o la creación y posterior uso de la bomba atómica. El lector se hará una idea bastante aproximada del contexto social y político de la Europa de aquellos años (incluida España y su guerra civil), América y la URSS, a través de las peripecias de cinco familias distintas. Los héroes en esta ocasión son los hijos de los protagonistas de la novela precedente, que participarán de manera más o menos relevante en los grandes sucesos que acaecerán en este período tan negro para el hombre. Entremezclado con la trama histórica, el autor nos relatará la vida amorosa de estos personajes, con sus pasiones, decepciones, sus dramas y sus sueños. Política, espionaje, amor, pasión, traición, muerte, heroísmo.. todos ellos ingredientes que suelen estar en los platos que prepara el chef Follet, quién no gusta de experimentos inusitados.

   No obstante, en la receta se encuentra tanto la chispa del éxito comercial del galés, como la raíz de su principal handicap: la excesiva reiteración en sus obras. Y es que son demasiadas novelas donde el esqueleto, su estructura, la raspa que queda tras quitarle la piel que lo cubre, es siempre el mismo. Este esquema tan manido le es muy útil para seguir siendo un top en best seller, pero también cansa a una parte importante de sus lectores, en los que me incluyo, por reincidente.
 
 
   En esta ocasión no recomendaré el libro, sino que dejaré a cada uno que se forme su propia idea del mismo leyendo mi post, o mejor aún, el libro en sí (aviso que vuelven a ser casi 1000 páginas..). Lo último de Follet aúna un extraordinario conocimiento histórico y una sensacional documentación de la época, con una trama algo insulsa, infantil en ocasiones y que no llega nunca a sorprender al lector al estar sujeta a los acontecimientos reales de la historia. Sin embargo, en el título, el escritor británico usa la palabra invierno para calificar a este periodo tan oscuro de nuestra biografía, donde vemos como ideologías tan deleznables como el nazismo hitleriano triunfa en una sociedad donde no se cubren las necesidades básicas del ser humano, y aparecen factores como el hambre, el desempleo o la inseguridad. En la Grecia actual, el partido neonazi Amanecer Dorado ha conseguido entrar por primera vez en el parlamento con 21 escaños (un 7% de los votos totales) aprovechando la precariedad a la que se ve sumida la población helena. Existe un claro paralelismo con el ascenso de Hitler al poder en la frágil Alemania de la postguerra. ¿Está el bueno de Kent dando un serio aviso para que no volvamos a tropezar de nuevo en la misma piedra? Esperemos que no tengamos que parafrasear a Ned Stark al decir aquello de Se acerca el invierno.
 

jueves, 27 de diciembre de 2012

Liverpool in the sky with diamonds

  
   Cuando Julian, el hijo de John Lennon, le enseñó un dibujo que había hecho en el colegio, no sabía que inspiraría la que después el propio Lennon calificaría como la mejor canción de amor que jamás había compuesto. En el dibujo se veía a una persona en medio de una serie de puntos brillantes, y cuando John le preguntó de qué se trataba, el chico respondió que era Lucy (su amiga) in the sky with diamonds (en el cielo con diamantes). Ese título improvisado sería después adoptado para una canción que en sí no esconde más que una alucinación y que al coincidir sus iniciales (LSD) con la droga con la que se inspiraba por aquel entonces el malogrado beatle, se convertiría pronto en un himno no exento de polémica. Desde el avión, al amanecer, Liverpool luce con toda su majestuosidad, mezclando las primeras luces del alba con las propias de una ciudad que despierta, donde el magnetismo del encanto beatle se funde a la perfección con el empirismo británico.. Liverpool in the sky with diamonds.
 
 

   Liverpool es a la música lo que el átomo a la ciencia. La capital mundial del Rock/Pop, con los Beatles como estandarte principal. Es inevitable no contagiarse del espíritu progresista de las canciones del mítico cuarteto al pasear por sus calles, ya históricas gracias a sus letras (Penny Lanne, Abbey Road, Mathew Street, etc). Visitar el 251 de Menlove Avenue (casa de John Lennon) o el 20 Forthlin Road (casa de Paul McCartney) que se conservan tal y como eran cuando los dos líderes de los Beatles vivían en ellas, conocer más detalles de la historia del grupo en algún museo de la ciudad, hacerte con algún recuerdo interesante del mundo beatleliano (yo por ejemplo no me pude resistir a hacerme con una réplica de las originales gafas de Lennon). Pero sin duda, si hay un sitio que es inexcusable visitar es The Cavern Club, el club más famoso del mundo. Un lugar que desprende un aura nostálgica, donde los Beatles empezaron a dar sus primeros acordes, donde han tocado en directo bandas como The Who o The Rollings Stone, y donde es un placer disfrutar de una cervecita aunque esa bebida no sea precisamente muy del gusto de tu paladar.
 


 

   Pero Liverpool es más que la leyenda del The Fab Four. Es una ciudad que simboliza el camino hacia el nuevo mundo, con una herencia marítima esplendorosa. La historia de la evolución de la exclavitud, pues era un punto clave del mercado con exclavos traídos de África, el simbolismo de la lucha obrera y sus derechos durante la revolución industrial, las salvajes batallas marítimas contra los alemanes durante las grandes guerras o la redundante historia de la tragedia del Titanic, que se forjó en aquellos astilleros son sólo un ejemplo de ella. El haber sido nombrada Capital Europea en 2008 ha relanzado nuevamente la ciudad, y la oferta cultural se ha incrementado notablemente. Muchísimos museos ofrecen un abanico amplio con exposiciones que aunan lo antiguo y lo moderno, que junto con la belleza visual de un paseo por Albert Dock convierten a Liverpool en un atractivo destino turístico si se dispone de unos pocos días libres.
 

 

   Liverpool es una ciudad con el corazón de un pueblo. Apesar de ser una urbe gigantesca, tanto geográfica como demográficamente, se respira un aroma a pueblo pequeño, a villa entrañable. Su gente, por lo general amable te acogen con cordialidad y se brindan a mostrarte lo mejor de su ciudad mostrándose comprensivos por muchas patadas que le demos al diccionario de la lengua de Shakespeare. Allí puedes contemplar un museo viviente como Anfield Road si eres futbolero (o del Goodison Park del Everton), eso si, no puedes conducir por la derecha, la lluvia rara vez se ausenta y te será casi imposible desayunar una tostada con un buen café... pero ya sabes, let it be.