sábado, 9 de julio de 2011

Quería decir cuatro cajas...

  


   Inauguro hoy una nueva sección de posts sobre las mejores escenas del cine, a mi modesto entender claro está. Sé que se trata de un tema muy subjetivo y que para gustos colores, pero aún así he decidido hacerlo y podéis rebatirme si así lo creéis en los comentarios (prometo publicar y contestar). Debido a la infinidad de películas, he decidido hacer varios posts que actualizaré cuando vaya teniendo tiempo. Para definir mejor la idea, dividiré los posts por géneros, y he decidido empezar por uno que sé que hará las delicias de alguno de mis lectores habituales: El Western.

   Hablar de western es hablar de un género tremendamente prolífico, a la vez exitoso y popular. El talento de directores como John Ford, Sergio Leone o Howard Hawks se mezcló a la perfección con actores míticos como John Wayne o Clint Eastwood. Sin embargo, se trata de un género también muy criticado por los supuestos expertos que argumentan que son simplemente estereotipos de violencia gratuita, sin alma y con historias vanas de vaqueros duros de gatillo fácil. Estas críticas, se refieren sobretodo a al subgénero catalogado como spaguetti western, término acuñado para las películas europeas (principalmente italoespañolas) que fueron tan divulgadas en los años sesenta. Por eso, este primer capítulo de escenas míticas del cine va dedicado a esta categoría y en especial a uno de los grandes maestros del cine, ya desaparecido, y que quizás no obtuvo en vida el merecido reconocimiento que se ganó: Sergio Leone y su Trilogía del dólar. Con todos ustedes, un pedacito de historia viva del cine.

   El primer eslabón de la Trilogía del dólar lo forma Por un puñado de dólares. En ella, Leone se rodeó de un joven Eastwood y de su amigo Ennio Morricone para la música. El trío repetiría después en todas las partes que componen la trilogía y Ennio seguirá participando también en futuras películas de Leone. En esta cinta, conoceremos a Rubio o al "hombre sin nombre" que hace su primera aparición. El protagonista, encaja con el estándar de antihéroe de la época: sin pasado conocido, misma ropa (el clásico poncho), mismo semblante de tipo rudo y serio, mismo cigarro, mismo sombrero, mismo objetivo (ganar dinero), rapidísimo al desenfundar y capaz de dispararte por la espalda si tiene ocasión. En este escena que vemos, una de las primeras del film y que da nombre al post, observamos todas estas características que acompañarán a Eastwood eternamente para el resto de su carrera cinematográfica:



   El cine de Leone se caracterizaba por diálogos cortos y escenas particularmente largas, dónde la música cobra un papel importantísimo para el desarrollo de la misma. Esa comunión perfecta, entre la maestría del director con la legendaria banda sonora creada por su compañero de escuela Morricone, dieron pie a una nueva forma de concebir este tipo de películas y sin duda forman parte de las obras maestras del cine de manera indiscutible. Esta escena, pertenece a la catalogada mejor western europeo de todos los tiempos, El bueno, el feo y el malo, tercera parte de la citada Trilogía del dólar. Esta considerada como una de las mejores secuencias del mundo del cine, dónde no hay diálogos, sólo la búsqueda ansiosa de un Eli Wallach majestuoso y una sintonía llamada El éxtasis del oro a la postre una de las más reconocidas de la discografía de Morricone.



   Otro de los rasgos característicos del cine del oeste de Leone es un humor propio y muy característico. Son simples frases en momentos de tensión, que sin duda han originado los futuros chistes fáciles con los que los tipos duros de Hollywood nos suelen deleitar en la actualidad. Esta es la última escena de la segunda parte de la trilogía, titulada La muerte tenía un precio, pero que en su versión original se titulaba Por unos pocos dólares más.



   Llegado a este punto, haré un pequeño paréntesis para ofreceros una escena, que aunque no pertenezca en sí al cine de Leone si que pertenece al género del spaguetti western. La he elegido no por su excelencia, sino más bien porque es una secuencia que cuando uno la ve de pequeño permanece en la retina durante mucho tiempo, y por tanto se puede catalogar como una gran escena ya que consigue echar raíces en tu memoria. Se trata sin duda de la mejor secuencia de la película Le seguían llamando Trinidad, y la sonrisa que aparecerá en tu rostro al verla es ineludible:



   Continuamos el paréntesis con otra película de Leone, Hasta que llegó su hora. En esta ocasión se trata de un western crepuscular protagonizado por Charles Bronson. Cuenta una leyenda que Eastwood se negó a hacer el protagonista y que después Leone le ofreció un papel donde moría en la primera escena (que es la que veremos a continuación). No obstante, la anécdota resulta poco creíble pues el personaje de Bronson no se asemeja en demasía con el adoptado por Eastwood en su cintas anteriores. En esta ocasión, el hombre de la armónica, tiene un pasado y un objetivo distinto al de enriquecerse, que podremos descubrir en el duelo final de la película con un malo malísimo Henry Fonda. En la primera secuencia, vemos a un vaquero (Bronson) que se baja del tren donde lo espera una comitiva con cara de pocos amigos. Destaca la frase "yo diría que sobran dos..." refiriéndose a los caballos.





   Continuamos con la pausa obligatoria, para hacer referencia a uno de los mejores western de todos los tiempos, ganador de cuatro Óscars incluido el de mejor película y el de mejor director. Dirigido y protagonizado por Clint Eastwood, Sin perdón rinde un sentido homenaje al género del oeste, con una obra crepuscular dónde Eastwood se despide por todos los honores del que sin duda fue el papel de su vida. La escena, momento cúlmen de la película, es cine en estado puro:


   Y por fin, ponemos la guinda a este extenso post con la que para mí es la mejor (o unas de las mejores) escena del cine de todos los tiempos. Se trata del duelo final de El bueno, el feo y el malo, escena memorable dónde Rubio, Sentencia y Tuco  se citan en un duelo a muerte en el empedrado circular del cementerio, bajo un sol abrasador. Los geniales cambios de angulación de cámara, la excepcional coreografía para posicionarse en el duelo, la estupenda interpretación de los actores y la excelsa sintonía de Morricone llamada El trío que lleva la escena de la mano hacia su clímax final, componen una mezcla sin parangón en la historia del cine hasta ese momento. Otro de mis directores preferidos, Quentin Tarantino (y que tendrá su particular homenaje en esta sección) dijo que El bueno, el feo y el malo es la película mejor dirigida de todos los tiempos.. y ¿quién soy yo para llevarle la contraria al bueno de Quentin?




1 comentario:

  1. Excelentísimo post. Nada de qué discrepar con lo que me gusta criticar por criticar. Nada que añadir porque no le falta de nada. Lo he leído varias veces y es un texto excelso acompañado de escenas memorables.

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