sábado, 10 de septiembre de 2011

Entre los hombres siempre serás un extraño

  
   Ya sea en el cine, en la literatura, en los cómics o en los videojuegos, la figura del antihéroe siempre va ligada al éxito. Hoy en día la figura del héroe de gran corazón y motivaciones loables está en franca decadencia. Se lleva más el arqueotipo de héroe oscuro cuyas hazañas no son del todo altruistas. Ejemplos tenemos a miles, desde Don Quijote o El Lazarillo de Tormes en los libros, a Jack Sparrow, John McClane o al mismo Vegeta en la pantalla. Punto y aparte merecen la figura de los vampiros, representantes antaño del terror más ancestral han sufrido una transformación Kafkiana y han pasado a ser los antihéroes por excelencia. Ellos tardaron siglos pues cuentan con el don de la inmortalidad, los zombis han tardado mucho menos. Hoy os traigo otra novela del fenómeno zombi que tanto ha aflorado en la sociedad española desde hace un tiempo, pero no se trata de una novela al uso, ni siquiera puede catalogarse de una obra de terror. Hablamos de Diario de un zombi, de Sergi Llauger.


   Cuando uno es un autor novel debe de apostar sobre seguro para que su primer libro cale y suponga el empujón o impulso para la llegada de muchos otros. En este caso, Sergi usa un método no tan original, pero que siempre resulta efectivo: la visión del monstruo. El punto de vista del villano representa una óptica que siempre depara esa disyuntiva moral de marcar los límites de la difusa línea entre el bien y el mal. Es fácil hacerlo cuando se trata de un vampiro o un gángster renegado con sentimientos, el problema radica en hacerlo con un zombi, una criatura que carece de alma y consciencia, sólo controlada por su instinto.

   Erico Lombardo es un joven que como la gran mayoría de la población mundial ha sucumbido a la pandemia zombi. Sin embargo, Erico es único en su idiosincracia pues por motivos que no desvelaré ha conservado la capacidad de pensar, razonar, recordar y soñar. Como el propio personaje reconoce a lo largo de la novela, tiene lo peor de los dos bandos: por un lado está muerto fisiológicamente hablando y por el otro conserva la psique intacta. Esta curiosa circunstancia hace que Erico sea un ser neutral, un zombi pero con espíritu humano, un ser humano pero inerte o, como diría Nietzche, un extraño entre sus semejantes. En tiempos del Apocalipsis, Erico intenta llevarlo de la mejor manera posible. Se agencia un buen apartamento, va al cine o de compras a las más lujosas boutiques y se alimenta de insectos o animales. Sin embargo, en medio de toda esta vorágine de destrucción y muerte, conocerá a una niña que lo cambiará todo, tanto a él como al futuro negro que se presagia para la humanidad. Juntos emprenderán un viaje de supervivencia y de crecimiento personal, sobretodo para Erico, que descubrirá que aunque carece de glándulas para procesos fisiológicos su capacidad para sentir, su humanidad que creía perdida el día que se transformó volverá a refluir en él. Una evolución que es el epicentro de la novela y que postula una capacidad para desarrollar sentimientos no basada en lo visceral o procesos biológicos, sino puramente espiritual, como un principio innato y universal que existe en cada unos de nosotros.





   Técnicamente se nota que la bisoñez del autor. Los primeros capítulos no son lo mejor de la novela por así decirlo, aunque después se puede justificar con la idea de que es el propio Erico, sin formación alguna, el que escribe el texto en teoría. No obstante, no puedo obviar que el humor también es una constante en la obra (quizás de más a menos) y esto convierte el texto en apto para toda clase de públicos. Descubrimos también algún guiñó a los clásicos del género y algún que otro tópico, como presentar a algunos supervivientes como los verdaderos villanos de la novela. Ese cliché de que las personas pueden desarrollar toda su maldad en situaciones límite vuelve a ser patente, tocando disimuladamente otros aspectos más ásperos como pueden ser el racismo, o los prejuicios. A todo esto debemos de sumarle un final con una parte abierta como todo relato con un antihéroe debe tener.

   Es interesante la variable que introduce Sergi de desvelar poco a poco el pasado de Erico, esa vida que vivió antes de convertirse en un caminante. Nos sirve no sólo para encontrar un origen a la evolución de Erico, sino que también nos hace reflexionar sobre temas tan recurrentes como el Destino, Dios o el Karma. Descubriremos que Erico padece lo que yo denomino "El Síndrome de Peter Parker" que viene a ser que le cada vez que parece que las cosas le empiezan a ir bien le ocurre alguna desgracia. Sin embargo puede que a pesar de todo, el bueno de Erico sea un elegido, un protegido. Reune todas las cualidades para ser el guardaespaldas perfecto de la única criatura que puede rescatar al mundo de su incipiente final. No tiene que dormir, no siente dolor, puede detectar a tanto a los humanos como a los zombis por lo que puede evitarlos y sobretodo no puede morir pues ya está muerto. La pregunta no obstante que se planteará Erico a lo largo de sus peripecias y el mismo lector al avanzar las páginas es ¿Merecen los hombres una segunda oportunidad?


2 comentarios:

  1. Pues yo estoy con la chica mecánica, un poco perdido la verdad (pero ya estaba advertido). Abundan los libros y los cómics sobre zombies, no sé si tendrán que ver con el éxito de the walking dead... el caso es que veo que gusta la temática. En fin el síndrome de Peter Parker es extrapolable a Michael Scoffield de prison break...

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  2. Hay que ver la peli Juan de los Muertos (matamos a vuestros seres queridos). Zombies sueltos por el malecón, por la Habana (las autoridades cubanas echando la culpa del virus a los EEUU) y por lo que he escuchado, no es de miedo, es decojonante de risa.

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