martes, 6 de septiembre de 2011

A fin de cuentas, todo es un chiste




   Estando de guardia en el trabajo el pasado lunes, comprobé como la cadena La Sexta 3 emitía por la mañana una de, para mí, las mejores películas del cine: El gran dictador, de Charles Chaplin. En realidad, encontrar ese chispazo de frescura en la programación que hoy en día ofrece la polémica y defectuosa TDT me hizo evocar recuerdos no tan lejanos cuando una sobremesa de sábado podías disfrutar en La 1 de películas como El Chico de Chaplin o Un día en las carreras de los Hermanos Marx. Otros tiempos sin duda, donde aún había sentido común en las televisiones, donde los cotilleos y la telebasura aún no se habían adueñado de las parrillas televisivas, donde cadenas como Divinity o Telecinco sólo existían en la mente de algún empresario con ánimo de lucro  y visión futura, pero sin principios. Ésa reflexión me animó a escribir este post, que forma parte de la sección Escena Míticas del Cine y que va dedicada al más grande cómico de todos los tiempos y al actor/director más carismático del mundo del cine mudo: Chaplin.

   Sir Charles Spencer Chaplin, nació en Londres y murió en Suiza en la navidad de 1977 a los 88 años de edad. Fue un actor/director de cine que durante su prospera vida filmó alrededor de 90 películas (las más destacadas pueden ser El gran dictador, Candilejas, Tiempos Modernos o Luces de Ciudad) que compaginó con su otras facetas como la de escritor o compositor. Su popularidad llegó al clímax con la interpretación de un personaje conocido como Charlot, cuya imagen hoy en día es todo un icono del cine mudo. Fue nominado para el Premio Nobel de la Paz en 1948, obtuvo el Óscar honorífico en 1972 y el título de Sir en 1975. Se casó cuatro veces y tuvo tres hijos: Geraldine, Josephine y Sydeny.



   Su personaje de Charlot apareció por primera vez en la película Carreras Sofocantes de 1914, y después repetiría en varias cintas más, siendo las más destacadas El Chico o Vida de Perros. En El gran dictador, su papel aunque es el de un barbero judío, recuerda bastante al de Charlot tanto físicamente como en las formas. Charlot es un vagabundo de buen corazón. Su clásica indumentaria destaca por su bombín, su bastón, su chaqueta estilo frac y su peculiar manera de caminar con los pies muy abiertos. A pesar de su estatus social, Charlot se esfuerza por comportarse con una educación y unos modales digno de cualquier caballero británico. Prácticamente acepta cualquier trabajo, y se ve envuelto en multitud de travesuras, aventuras y escapatorias de la policía dónde debe emplear su increíble ingenio para salir airoso. Esta primera escena, pertenece a la película El Chico y es para muchos una de las más emotivas que jamás se hallan rodado.



   La siguiente escena no pertenece a ninguna interpretada por Charlot. Es el final de Candilejas, dónde dos auténticos genios como son Chaplin y Buster Keaton se juntan para demostrar su extraordinario talento y su asombrosa capacidad para transmitir sentimientos a través de las situaciones más absurdas y el humor más creativo.



   La siguiente escena, es sólo un fragmento perteneciente a la película Tiempos Modernos. En ella, vemos a un inocente Charlot patinando con los ojos vendados ajeno al peligro que lo rodea. La escena en sí transmite esa ternura sensible que cualquier película protagonizada por el vagabundo despierta en todos nosotros. Que estas películas sean etiquetadas como clásicos y olvidadas es un auténtico crimen. Cada niño debería de tener la oportunidad de crecer con estas películas que transmiten con sencillez una calidad humana difícil de encontrar en las producciones de hoy en día y que me abstendré de dar nombres para no darle publicidad.



   Por último, os dejo unas escenas pertenecientes a la susodicha El gran dictador (primera película hablada que hizo Chaplin). Esta película escrita, producida e interpretada por Chaplin, se estrenó en 1940 aunque por ejemplo en España fue censurada hasta la muerte de Franco. Se trata de una crítica sarcástica al fascismo en general y a Hitler y su nacionalsocialismo en particular. La película es maravillosa y anticipa muchas de las barbaridades que se conocerían tras la Segunda Guerra Mundial, aunque el mismo Chaplin dijo después que jamás habría rodado la película tras conocerse el horror judío en los campos de exterminio. En ella, Chaplin interpreta a la vez al dictador de Tomania y a un barbero judío, cuyo parecido físico es notable. El dictador, Adenoid Hynkel es prácticamente un clon de Hitler, un hombre inseguro, infantil, egoísta y totalmente incapaz de gobernar un país. Esta primera escena que veremos es la más famosa de la película, dónde el dictador juega con un globo terráqueo que acaba explotando física y metafóricamente en sus manos.



   En la película no sólo se parodia a Hitler, sino en la crítica también tiene cabida los personajes más relevantes que rodearon al Führer. Así encontramos a Benzino Napoloni (Musolini), Herring (Hermann Göring) ó Garbitsch (Goebbels). El rodaje de la película comenzó sólo ocho días después del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, y propició el exilio de Estado Unidos (por entonces neutral en el conflicto) de Chaplin, acusado de actividades antiestadounidenses y comunistas. Como curiosidad diremos que Hitler (que era cuatro días menor que Chaplin) pidió ver la película aunque desconocemos su parecer al respecto tras visionarla. En esta penúltima escena vemos a Chaplin interpretando al dictador en un discurso a su nación. El idioma, aunque se parece al alemán es totalmente inventado por Chaplin, lo que no le resta credibilidad y dota a la escena de realismo imitando la capacidad de Hitler para hablar y convencer a las masas:



   Por último os dejo el discurso final y última escena de la película dónde el barbero judío es confundido con el dictador por sus propios hombres y obligado a dar un discurso, sólo que este no resulta ser como todos esperarían. El discurso del barbero simboliza lo que es en sí la película. Más allá de la crítica y la caricatura que se hace del fascismo, la cinta de Chaplin es un canto a la esperanza, a la democracia, a la unión de los pueblos, a la paz y a la libertad. Titulo este post con una famosa cita de Chaplin, pero es justo reconocer una actualización de la misma que dijo tras conocerse la barbarie del Holocausto: "La vida ha dejado de ser un chiste para mí; no le veo la gracia.."



1 comentario:

  1. Siempre me gustaron más los hermanos Marx que Charlot/Chaplin. Aún así no le resto mérito a sus películas ni a su carrera. Siempre pensé que el gran dictador había sido rodada después de acabada la GMII; sabiendo ahora que no fue así, tiene más importancia. Por cierto, genial Buster Keaton en la escena, lo que hace con la pierna.
    En fin muy buen artículo, como acostumbras, pero fíjate que yo pensaba que a ti te gustaba más Benny Hill, Mr. Bean...

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